Hoy hemos visitado el colegio Breiðagerðisskóli. Está formado por 400 alumnos de entre 6 y 12 años, 30 profesores, 5 especialistas de educación especial y 25 trabajadores más.
Nos han contado que están en un momento complicado con muchas bajas por covid (hoy mismo faltaban 19 de los 30 profesores) y es que, hace un mes que las mascarillas dejaron de usarse en el país.
En este centro educativo, nos han vuelto a remarcar la importancia de la creatividad mediante la impartición de asignaturas como plástica, carpintería, costura, música o cocina. Todo el alumnado pasa por todas ellas a lo largo del curso, teniendo unas 35 sesiones anuales de cada una de ellas, organizados en pequeños grupos de 11-15 alumnos.
Trabajan con tutorías compartidas, donde en cada nivel los maestros cambian de grupo a lo largo del año y trabajan conjuntamente con el fin de que cualquier profesor del nivel conozca a todos los niños por igual. De esta manera, las tutorías con los padres puede realizarlas cualquier profesor de ese nivel y, en los casos más complicados, acude el equipo docente al completo.
Sobre las TIC, los más pequeños utilizan ipads como herramienta de trabajo, lo que además facilita la comunicación del alumnado de compensatoria. A partir de quinto, pasan a usar Chromebooks para el trabajo personal. En alguno colegios se los pueden llevar a casa, pero en este no lo hacen.
Salen al patio siempre que no haya un temporal muy extremo.
En Islandia no existe la repetición, todos promocionan automáticamente.
Y lo que más nos ha llamado la atención es que este centro tiene su propia piscina para las clases semanales obligatorias.
Y para terminar, hoy nos despedimos desde la escultura “El viajero del Sol”, que evoca un territorio por descubrir, un sueño de esperanza, progreso y libertad.
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